LA LECCION DE SAN FRANCISCO

Personalmente creo que existe un verdadero enlace entre los animales arquetípicos de las cuevas prehistóricas, y aquellos andrófagos que se aparecían por aquí y por allí en la Edad de Hierro.

Al finalizar este período los animales ya eran representados más como monstruos, pero al mismo tiempo se estaban construyendo las iglesias románticas que juntarían al león mesopotámico con la serpiente egipcia, no sin una derivación ancestral, tal vez, de los leones de Micene, una contraposición al triángulo, una alusión también a la “tetraktis“ pitagórica, alla “delta“ del alfabeto griego que tanto recuerda el frente de los templos clásicos.

Historia y leyendas revelan, con una gran sugestión, la relación del Santo con el mundo de los animales. Traigo a propósito, algunos ejemplos desde el “Espejo de Frosinone”, de la “Historia” de Celano , de la “ Leyenda Mayor” y de “ Fioretti”.

En ocasión de la navidad, le pide al emperador que decrete que la administración pública haga desparramar maíz por las calles para todos los pajaritos, y que los duenios de asnos y bueyes dieran a los animales una doble ración de queso.

Ordena a los monjes que, en el período invernal lleven miel y vino a las abejas. Da libertad a las palomas que un muchacho había tomado de sus nidos. A los peces de Sant Angel, en Pantinelli, cerca de Orvieto, les recomienda hacerse listos y los tira al río Tevere, después de haber sido pescados. A los lobos de Greccio y al lobo de la duda ordena de no hacer danio a la gente.

En Venecia predica a los pajaritos, en Aliviano a las golondrinas, en Bevagna a las palomas, a los cuervos, a los camachuelos. En Roma a las urracas, a los cuervos, a los buitres. Las cigarras y el ruisenior fueron invitados por Él a cantar al Senior.

San Fransisco hace amistad con un faisán en Siena; en la isla del lago Trasimeno con un conejo salvaje y en Greccio con una liebre. Quando en la carretera vio a dos gusanos, El dijo, recordando el Sermón que habla del siervo de Jahve: ”soy un gusano, no un hombre”, y los quitó respetuosamente del camino. En las montanias de Verna encarga a un halcón que lo despierte em determinada hora de la manhana. Cuando ve un rebaño de ovejas, en el campo Senes, se acerca a ellas balando dulcemente. Sobretodo por el cordero, símbolo de Cristo, tenía Él una gran predilección.

Recuerdo que en una campania que realicé contra la matanza de corderos. (corderos que eran condenados a morir lentamente, entre indecibles sufrimientos, hasta la última gota de sangre, para que su carne fuera más blanca), fui invitado a un programa televisivo que se llama “Domenica In”, después que un cardenal de la Santa Iglesia Romana, el domingo anterior, había aclarado que no sólo se podía comer la carne del cordero, si no que también daba mérito el hacerlo. Yo me limité a contar que en un día de invierno San Fransisco vio un agricultor que llevaba a dos corderos vivos en su espalda. “A dónde los llevas?”, preguntó el Santo, “al Mercado de los Viernes” contestó el agricultor. El Santo se quitó de encima su manto, que justo ese día le habían regalado para que se reparara del frío, y se lo cambió al agricultor por los animales. Luego le dijo que no se debía matar a los animales. Fransisco amaba tanto a los animales, que los llamaba “nuestros hermanos menores”. En un folletto en idioma latino, llamado las “Alabanzas a las virtudes Fransiscanas”, es dicho que el verdadero monje: “… sea así siervo y sumiso no sólo de los hombres , si no también de todos los animales y las fieras, así que puedan hacer de él lo que ellos quieran, y lo que sea permitido a ellos por el Senior.”

Por su parte, como escribe San Bonaventura, Él era maravillosamente suave y poderoso para domar a animales feroces, salvajes, ensenhar a los animales mansos e inducir la obediencia a los animales brutos.

Y es sobre todo en “El cántico del fraile del Sol” (que aun hoy es el manifiesto ecológico más innovador), que Francisco tiene su más grande intuición. Hay allí una contraposición dialéctica: mientras que “nullo homo” (ningún hombre) es digno de nombrar y glorificar el Senior, El afirma: “ glorificado sea … cum tucte le tue creature “ ( glorificado seas con todas Tus criaturas), llamando así a los animales a unir sus voces a la voz insuficiente del hombre.

La actitud del Santo de Asís, con una finura que sólo pueden tener las más grandes almas, es la de ver siempre y sólo en Dios, la causa y la razón universal de la alabanza : “no te halabamos por las cosas que creaste -es dicho en la regla no sellada-, te alabamos por Ti, porque has querido crear a todas las cosas”.

La verdad, vista a la luz de Dios, cambia la perspectiva aristotélica del antropocentrimo: el hombre se descubre, no duenio, si no apenas un simple depositor, pastor y tutor de la verdad.

El amor en comunión con la naturaleza, San Fransisco lo descubre en la renuncia del deseo de posesión, y se encuentra así “hermano“ de todas las cosas. Pobre y “desnudo” frente a Dios, viene cubierto del calor y la belleza del Creador, por medio de las cosas… y se ilumina con Dios.

Al respecto del “vestigium creationis” amarra a todas las existencias en una “ordo fraternitatis”, teniendo en común el Principio con Dios.

Contra la teoria herética de los Cataros (su contemporánea), que juzgaba negativa a la naturaleza, rechazando cada contaminación, repropone la belleza, la necesidad, la bondad de todas las criaturas, que desde el Altísimo “traen la significación”

Las grandes almas, antes o después, encuentran el atajo para subir con seguridad a Dios. Recuerdo la Fórmula del Universo de Werner Haisenberg.

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