LA NOCHE DEL MEDIOEVO


Otra noche larga y cruel, esta vez a manos de hombres que a comienzos de la Edad Media vienen a retener cautivo el mundo animal. Será una muy larga Edad Media que llegará hasta nuestros días, el tiempo de los animales "baterías", de su industrialización, su horrible vivisección. En el entretanto sólo dos luces: los siglos contestatarios de Descartes; el siglo de la evolución de Darwin, que unirían la universalidad de seres y fenómenos. Esta Edad Media tiene nefastas raíces en su origen. Estando el cuerpo y el sexo bajo sospecha, con el consiguiente descrédito hacia la naturaleza como un todo y hacia las bestias en particular, lo que deriva de la afirmación de San Agustín:

"El cuerpo es lo más vil y bajo que hay".

El mundo animal, a menudo, ni siquiera es considerado infrahumano, es simplemente infernal. El Occidente católico cae en la trampa de ocultar parte de la creación, como en los días del maniqueísmo. Torturar a los animales era la mejor manera de servir a Dios...

Sale a la luz ahora todo un material sepultado durante años en bibliotecas polvorientas. Tras una primera reacción de incredulidad, este material ha sido objeto de debates en revistas científicas. Edward P. Evans tuvo el mérito de publicar historias de juicios y condenas contra animales desde la Edad Media hasta el siglo XIX.

Queda desfigurado el rostro de la Iglesia. ¿Cómo explicar los penosos exorcismos, la excomunión de los animales? Los "Manuales" y los "Rituales" de la época destacan el hecho de que en esta época se creía ver al Diablo en todas partes, especialmente en murciélagos, sapos, cabras y perros. Se pensaba que la "brujería" estaba estrechamente asociada a animales con plumas o pieles negras.

Lo más paradójico es la existencia de los tribunales eclesiásticos o laicos "ad hoc" en los que por ejemplo, se impone la pena de muerte a cerdos, vacas, caballos y otros animales que habían cometido homicidio. Es invocado como justificación el libro del Deuteronomio, que estipula que un buey homicida debe ser condenado a muerte por lapidación.

Si era cierto que el mismo Príncipe de las tinieblas tomaba cuerpo en una naturaleza dañina, esto servía como justificación para la quema y otros quebrantos de las pobres bestias. ¿Además, no había sido condenada la serpiente del jardín del Edén a arrastrar el vientre eternamente? ¿Y Jesús, no había dicho que a mi derecha estarán las ovejas, y a la izquierda las cabras?

Incoherentemente se niega el alma a los animales, pero no la responsabilidad. Se considera que sus aullidos son verdaderas confesiones. Las sentencias se dictan incluso cuando los ratones no aparecen en la audiencia, declarándolos en rebeldía.

Estos procesos serían jocosos si no fuera por lo que sufrían los pobres animales. Un burro que bebe en una pila de agua bendita es ahorcado. La cabra, símbolo de la lujuria y animal demoníaco, siempre tiene corta vida y siendo el primero de los animales en ser torturado. Pero incluso las mulas deben matarse, así como cerdos y búhos.

Los sapos son quemados en las hogueras en la Noche de San Juan. Con frecuencia son los reyes al encender la hoguera. En un museo se ha conservado el recibo de pago de un tal Lucas Pommereau, quien había proporcionado durante más de tres años gatos para quemar. Palomas se han venido quemando sistemáticamente por los canónicos de Notre-Dame, mientras el pueblo presencia mudo la espantosa escena, para no ser acusado de complicidad demoníaca.

Para los animales existe, sorprendentemente, incluso la excomunión. En 1210 es impuesta contra las mulas por el obispo de Laon; en 1488 por los vicarios de Autun contra las calandrias; en 1554 por el obispo de Lausana contra sanguijuelas, después de que su predecesor las hubiera arrojado a las anguilas. Otras excomuniones se impusieron en la segunda mitad del siglo XV contra las langostas. También hay un vicario de Valencia, en 1554, que la toma con las orugas.

Y Guillermo, el abad de San Teodoro, en Reims, nos brinda otra noticia increíble: St. Bernard, patrón por su Gracia será llamado "Doctor Mellifluus", por excomulgar a las moscas que incordiaban su abadía de Foigny.

Son los siglos de la superstición y la magia. La medicina daba esta receta contra la epilepsia: agua de golondrina preparada con una docena de plumas de crías de golondrinas recién cogidas del nido. Un libro de magia explicaba la celebración de una misa del Espíritu Santo, no sin antes haber arrancado los ojos a un gallo vivo.

La superstición aún nos persigue. Recuerdo que cuando era Rector de San Teodoro en Palatino, vi tendido frente a la iglesia, la noche antes de una boda, a un gallo muerto con monedas ocultas entre las vísceras... La ignorancia, la fuerza bruta típica de la edad de hierro, el interés de los obispos en extender su autoridad a las instituciones de la sociedad civil, fueron las principales causas de la brutalidad contra los animales considerados "demoníacos". En antiguas bibliotecas se encuentran talismanes, hechizos, encantamientos, en Escocia, y también en Irlanda, como cuenta E.P.Evans, en las paredes de las casas había "Advertencias" de este tipo:

"Ratones y ratas

dejad las cavidades,

de la pobre mujer abandonada tras los muros del molino,

que en fila os apresuráis entre bolsas al vientre embutido"

En Francia, los campesinos en el primer domingo de Cuaresma iban por los campos con antorchas encendidas, hechas de paja enrollada, murmurando este hechizo:

"¡fuera, fuera de aquí, ratones de campo!

¡Si no queréis vuestros bigotes quemados, abandonad la cosecha y el grano!

Fuera! En el sótano del cura más de tomar que de comer encontraréis"

Hay numerosas inscripciones bastante egoístas. Aquella, que Reynard Volpe encontró en el castillo de Malepartus, suena así:

"San Floriano, mártir Beato y bendito, protege estos muros y quema las otras casas"


La Edad Media, para los animales, no termina como en la historia oficial, en 1453, con la toma de Constantinopla por los turcos: atraviesa el Renacimiento y la Ilustración, llegando hasta nuestros días. En la actualidad, ¿qué es la vivisección sino una Edad Media renovada?



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